A los 40, rodeada de familia, amigos, un emotivo vídeo y una fiesta de cumpleaños preciosa, mi vida se rompió por dentro.
Mientras todos hablaban de “mi luz”, “mi entrega” y “mi alegría”, yo solo podía pensar: “No soy esa persona. Soy una impostora.”

Ese día comprendí que había construido una vida que no me pertenecía.

Crecí creyendo que, si me comportaba como se esperaba, sería querida.
Tomé decisiones para no defraudar a nadie… y me alejé de mí.
Incluso me entregué durante 9 años a una institución religiosa, renunciando a mi propia voluntad, cuerpo y deseos por el otro… hasta que mi propio cuerpo me gritó que me estaba traicionando.

Regresé. Cambié de carrera. Me casé. Y desde fuera… parecía que “todo estaba en orden”. Pero por dentro aún estaba en piloto automático.

Maestra de inglés, títulos que no me interesaban, días que se borraban de la memoria — porque una vida que no es tuya, tampoco deja huella.

Al convertirme en madre, algo despertó.
Al cuestionar la educación que yo misma había recibido, comenzó mi propio proceso de reconexión emocional.
Volví a la universidad. Estudié afectividad, educación emocional, neurociencia.
Me certifiqué como coach por ICF y me especialicé en gestión emocional, heridas de infancia y coaching educativo.

Entonces explotó el volcán.

No cambié mi vida por fuera: cambié yo por dentro. Tomé el mando.
Hoy soy dueña de mis pensamientos, de mis elecciones y de mis emociones.
He dejado de vivir para ser la versión que otros esperaban… y me he convertido en la mujer que yo elijo ser.

Y desde esa verdad, acompaño hoy a otras mujeres —que lo han logrado todo por fuera y se han perdido por dentro— a iniciar su propio viaje MAR ADENTRO:
volver a casa, conquistar su liderazgo emocional, y construir una vida auténtica desde su verdad más profunda.